Este epitafio se encuentra en la bóveda donde descansa el cuerpo del Dr. Arturo Frondizi.
Arturo Frondizi nació el 28 de octubre de 1908, en Paso de los Libres, fue abogado, escritor, columnista
de revistas importantes, conferencista, intelectual, legislador Nacional, y Presidente de los argentinos.
Trato de narrar en este pequeño espacio la existencia de un gigante, una vida de estudios, dolores,
frustraciones, traiciones, gran paciencia y por encima de todo esto, un gran amor a nuestra patria. Cerraba sus conferencias
diciendo “...fui doce veces preso por defender a la democracia, pero hoy digo, que primero está la Patria.
Viva la Patria...”.
Contaba a sus amigos que Dios lo había premiado al darle por esposa a Elena, ella fue una gran mujer,
compañera de luchas y adversidades. Además poseía condiciones naturales de gran dama, por su sencillez y equilibrada ubicación.
Sobrellevaron con resignación la muerte de su hija Elenita.
Cuando lo derrocan como Presidente Constitucional, llevándolo preso a Martín García, comienza un juicio,
para investigar las actividades de Gobierno, pero él no se defiende, y dice: “... a mi me juzgará la historia, por cada
uno de mis actos, pero yo no me defenderé, porque haciéndolo participaría de la injusticia que se está llevando a cabo...”
Fue considerado por Paulo VI: “El Estadista de América”; André Malraux, -Ministro de Cultura
y materia gris del gabinete del Gral. De Gaulle- dijo: “Es el presidente que necesita cualquier país europeo”;
Charles de Gaulle lo admiró y mantuvieron un cambio de duros mensajes al conocerse. Cuando lo recibió al Presidente argentino,
estaba irritado porque Frondizi había hecho votar en las Naciones Unidas a favor de la independencia de Argelia, contra la
posición francesa. Entonces, el General le dijo: “Presidente Frondizi, Usted hizo votar en contra de Francia, y estamos
dolidos por su actitud”; Frondizi le responde mediante el embajador: “contéstele al Sr. Presidente De Gaulle,
que si él se arrepiente de los tres principios vitales que gravitarán en la humanidad por siempre, Libertad, Igualdad y Fraternidad;
el presidente Frondizi de esos preceptos no se retractará jamás”. Conrad Adenauer le pidió: “Presidente Frondizi,
el Gral. De Gaulle, me pidió que le prestara mucha atención a su enfoque internacional presente y de futuro, he cancelado
las demás audiencias para escucharlo”. John F. Kennedy le dijo cuando el argentino le hizo cambiar la esencia de la Alianza para El Progreso: “Presidente Frondizi, desde hoy sus ideas
son mis ideas”. También estuvo reunido con Andréi Gromiko, Alcide de Gasperi, Albert Einstein, Robert Hoppenheimer,
Enrico Fermi, eran todos niveles de excelencia en cada actividad.
¿Qué dijeron de él los Pontífices? El Beato Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II enviaron epístolas sobre
papel pergamino, manuscritas, ponderando la defensa irrestricta del género humano e incitándolo a continuar en su lucha, esclareciendo
a las generaciones venideras. Estas “misivas especiales” se encontraban en el Centro de Estudios Nacionales.
A mediados del año 1965, dando una serie de conferencias en Europa, cuatro importantes estadistas europeos
le propusieron la Secretaría General de las Naciones
Unidas, (ayer, era el sueño de todo político) y él respondió: “no puedo, mi Patria se halla en serias dificultades y
tengo que estar allí”.
La defensa a todas las instituciones de la Patria
muestran al verdadero estadista, el ejemplo de las Fuerzas Armadas marca su grandeza, -no olvidemos que parte de ellas lo
habían derrocado- buscando en reuniones continuas la unidad de las mismas; conferenció y escribió “Las Fuerzas Armadas
en el Pueblo”; “Las Fuerzas Armadas formarán parte del Desarrollo Nacional”, en otros escritos.
Si él viviera, la Argentina no estaría suplicante y sin rumbo. Con el “Desarrollo que es el nuevo nombre
de la paz”, cambiaría el destino de nuestra Patria y América Latina.
Deseo finalizar, no dando datos de una rigurosa biografía, solo el marco referencial de un argentino cabal. Apreciamos
al filósofo que dijo: “...Las tumbas de los grandes no se riegan con lagrimas, no se pueblan con gemidos: son templos
de meditación, sitios de tranquilo esparcimiento del espíritu, como las cumbres desoladas de las piedras ciclópeas, como el
fondo salvaje de los bosques milenarios, como la dorada soledad resonante de los trigales maduros...”
“...Y esto es así, porque los grandes hombres, aquellos grandes hombres donde suelen
apoyarse y equilibrarse las potencias providenciales no son hombres, son estandartes simbólicos; no son vida, son mecánica
divina; no son trabajo, son función; no son cálculo, son impulso; no son lucha, son fatalidad; no son hijos de madre, son
hijos de la Providencia; no refieren sus actos a sus
contemporáneos, los refieren al porvenir; no caen en la tumba, pasan a la historia”.